divendres, 9 de març del 2012

BURSITIS DEL ILIOPSOAS

Ja tinc els resultats de la resonància magnètica i, malgrat que encara els ha de valorar el traumatòleg el proper 22 de març, com a mínim ja tinc localitzat l'origen físic del dolor, no així la causa mecànica que deu ser un pel més complexe de dictaminar. De tota manera ja he començat un programa d'activació muscular per tractar de trobar desequilibrics mecànics i solucionar-los. Un altre dia us explicaré amb més calma en que consisteix aquest tractament. Ara de moment, us penjo el que he trobat per la xarxa sobre el problema que tinc: bursitis de l'iliopsoas.

"La bursa iliopsoas es la bursa más grande del cuerpo. Descansa entre el músculo-tendón del psoas, el hueso del pubis y la parte súpero interna del fémur. Ayuda a reducir el rozamiento y fricción de los huesos y de los tejidos blandos que se relacionen con la cápsula de la articulación cadera.

La bursitis del iliopsoas afecta la bursa por debajo del tendón del músculo del iliopsoas, que se inflama y se irrita cuando se sobreutiliza el músculo del iliopsoas. La tendinitis del iliopsoas y la bursitis del iliopsoas son similares y ocurren a menudo al mismo tiempo ya que la inflamación del tendón causa a menudo la inflamación de la bursa y viceversa. Ambas condiciones presentan síntomas similares, y son menos comunes que otras lesiones de la ingle.

Las lesiones consideradas por sobre uso son el resultado de sobrecargar las caderas con flexiones repetidas y movimientos de rotación externa, que lesionan el músculo iliopsoas en su extremo distal y lo inflaman. La bursitis del iliopsoas implica un rozamiento del tendón contra un surco protuyente y amplio, por donde el iliaco y el psoas mayor discurren; esta fricción irrita la bursa.
La exploración física debe centrarse en la examen completo del abdomen, de la cadera, y de la ingle. La prueba del chasquido de la cadera o el test de la extensión de la cadera. Se comienza poniendo la cadera afectada en flexión, abducción, y rotación externa (la rodilla se flexiona para facilitar la prueba), y extender pasivamente la cadera. Esto puede dar lugar a un chasquido o resorte audible o a un impulso palpable sobre la región inguinal. El dolor asociado a esta maniobra es altamente sugestivo de tendinitis o bursitis iliopsoas.
La presión en el triángulo femoral de la ingle (ligamento inguinal en la parte superior, el músculo sartorio en la parte externa y el músculo aductor largo en la parte interna) provoca dolor. La rotación externa contra-resistencia es dolorosa, lo mismo que la elevación en extensión de las piernas. También pueden aparecer ruidos en la movilización de la cadera.
La bursitis del iliopsoas está entre las lesiones sub-documentadas y sub-diagnosticadas, porque es difícil de identificar. La gente tendrá a menudo la lesión durante meses, antes de ir a buscar la atención médica profesional.

Las pruebas diagnósticas que se suelen realizar para diagnosticar esta lesión son:

Radiografías simple: proporcionará una imagen de dos dimensiones de la estructura general de la pelvis. Son útiles para identificar la posición de la pelvis y/o cualquier inestabilidad, o alteraciones en los huesos que la forman (osteofitos o quistes del hueso, desgaste y ruptura en la articulación), las fracturas por avulsión (cuando un fragmento del hueso se arranca y se sitúa lejos del hueso principal junto con el tejido blando (músculo, tendón, ligamento) como resultado del traumatismo y/o otros problemas de la ingle o de la cadera.
Exploraciones con RM y TAC: proporcionará una información más detallada y ayudará a evaluar los tejidos blandos en y alrededor de la ingle y pelvis (músculos, tendones, ligamentos, fascia, y otros tejidos conectivos blandos). Demostrarán la presencia de líquido alrededor del músculo, y pueden identificar si hay inflamación, o si hay tendinitis, o desgarros y otras condiciones asociadas de la ingle.  

La resonancia magnética es actualmente la prueba complementaria estándar para evaluar las condiciones dolorosas de la cadera y de la pelvis, particularmente porque muchas estructuras anatómicas pueden ser el origen del dolor. En un estudio reciente de 19 atletas con dolor de la ingle y un diagnóstico clínico establecido, la resonancia magnética permitió reclasificar el 32% de las caderas a diversas etiologías para el dolor de la ingle. Estos diagnósticos incluyeron los desgarros musculares y las tendinitis del músculo.
Ultrasonidos: Las ecografías son la prueba diagnóstica no invasiva, más utilizada en el diagnóstico de lesiones músculo-tendinosas. Puede confirmar diagnósticos y demostrar la interrupción del tejido blando o los tendones engrosados. Es bueno para identificar bursitis y la presencia de líquido excesivo en bursa, y/o para eliminar otras causas de dolor del iliopsoas.

Prueba de la lidocaína: Se utiliza un abordaje anterior a través del triángulo femoral, y bajo dirección ultrasonidos, el radiólogo intervencionista o el cirujano ortopédico procura infiltrar el tendón del iliopsoas con lidocaína al 1%. Generalmente se administra 10 ml. de lidocaína con una aguja espinal de 25 g adecuada para la anestesia local. El alivio de los síntomas después de la inyección confirma diagnóstico
El tratamiento se basa generalmente en tratamientos conservadores. Estas condiciones pueden a menudo durar meses o años si no se tratan bien desde el principio.

El factor más importante para la curación de la lesión del iliopsoas es el reposo. Durante la recuperación hay que modificar o evitar las actividades que tensionen los músculos del iliopsoas y crean espasmos de dicho músculo, hasta que el dolor y la inflamación desaparezcan. En la evolución de la bursitis iliopsoas puede desarrollarse un tejido blando cicatricial, como consecuencia de la reparación del tejido dañado de la ingle. Este tejido se adhiere a las fibras musculares, tendones, ligamentos, fascia, nervios, y articulación y causan dolor que impide una movilidad correcta de la articulación (limitando la amplitud del movimiento, la flexibilidad y la fuerza).
La vuelta a las actividades normales se puede hacer cuando no haya dolor y haya una flexibilidad y una potencia adecuadas de los flexores y los grupos musculares opositores (músculos abdominales, glúteos, de la espalda y, aductores de la cadera). Se debe estar libre de dolor antes de iniciar la rutina normal de la vida diaria.

Una buena regla empírica es el no aumentar la actividad más del 10% por semana hasta que se esté de nuevo a niveles razonables del ejercicio. A menudo es útil buscar nuevas actividades como el ciclismo o la natación que complemente las actividades anteriores y no agrave las lesiones del iliopsoas.
El tratamiento conservador para la bursitis iliopsoas es el reposo, hielo, compresión y elevación de la pierna sobre el nivel del pecho para disminuir la presión de la hinchazón y a permitir que líquido a salga de la zona dañada. El masaje suave alrededor de la ingle y el área de la pelvis también ayudará a prevenir contractura.

Los ultrasonidos son una gran opción terapéutica para disminuir la inflamación, el dolor y el daño de los tejidos blandos (músculo, tendón, ligamento, nervio y tejido blando conectivo) que en este caso puede aparecer en la parte interna del muslo (aductor) y del flexor de la cadera que se puede asociar a bursitis del iliopsoas.
La terapia con ultrasonido aumenta la elasticidad del colágeno y del tejido blando, que por otro lado, estimula el flujo sanguíneo (circulación) y aporte de oxígeno y alimentos al área dañada. Esto limpia los tejidos blandos consiguiendo liberarlos de los residuos y ayuda a curar la lesión. Si el tejido blando dañado no se trata correctamente puede curar defectuosamente, con un tejido cicatrizal o calcificado que resulta ser más débil. Por otro lado, los ultrasonidos ayudarán a aumentar la rango del movimiento rompiendo cualquier brida de la cicatriz que se hayan formado en los músculos proximales del muslo y flexores de la cadera. Las ondas del ultrasonido penetran profundamente en los tejidos blandos, despegan y relajan los músculos y otros tejidos blandos, disminuyen la inflamación crónica y el dolor, y aceleran la velocidad de recuperación, así que se puede volver a las actividades diarias más pronto.

Se pueden utilizar medicamentos analgésicos y antiinflamatorios no-esteroideos. Sin embargo, estos medicamentos no curarán este problema - tratarán simplemente los síntomas.
Infiltraciones con corticoides o medicaciones tópicas: puede ayudar inicialmente a reducir la inflamación y la hinchazón; sin embargo los esteroides pueden causar realmente más daño que beneficios si se utilizan a base a largo plazo. Los corticoesteroides se deben utilizar con precaución y nunca conjuntamente con terapia de ultrasonidos.

También se ha recomendado el uso de glucosamina, condroitin sulfato, capsaicina, y otros para ayudar a aliviar el dolor y/o a fortalecer los tejidos blandos. Las inyecciones de ácido hialurónico también se han utilizado con éxito.
Los tratamientos con Frío-Calor pueden ser utilizados una vez que el dolor inicial haya disminuido para proporcionar alivio del dolor y mejorar la función.

La terapia física es una manera beneficiosa de ayudar a disminuir el dolor en los tejidos blandos, rehabilitar los músculos debilitados de la ingle, pelvis, cadera y mejorar la fuerza y movilidad de la pierna. El tipo de terapia física y su duración será dependiente del grado de la lesión del iliopsoas. Las sesiones de terapia activa (masaje profundo), acupuntura, o sesiones de masaje o quiropráctica también se han descrito como útiles para reducir el dolor y para mejorar la alineación del músculo y el hueso experimentada con dolor de la ingle.
Una vez que el dolor de la bursitis del iliopsoas comienza a disminuir, un fisioterapeuta puede preparar un programa individualizado de ejercicios de fortalecimiento, resistencia y estiramiento para mejorar la condición de los músculos abdominales, pélvicos, de la ingle, cadera, lumbares, de la nalga y de las piernas. Es importante consolidar y estirar estos grupos musculares opositores para dar balance al cuerpo y para mantener la pelvis en su lugar, con el fin de que el músculo iliopsoas no tire de la pelvis y no la desalinee. El programa estará basado en las necesidades y capacidades de cada persona, y ayudará a volver a realizar las rutinas normales.

Es importante empezar progresivamente las actividades regulares durante la rehabilitación para restaurar fuerza, aptitud y la coordinación. Se comenzará generalmente con la rango pasivo del movimiento y de los ejercicios isométricos (ejercicios de fuerza que implican contracciones contra resistencia sin movimiento de las articulaciones) por ejemplo elevar la pierna, ponerse en cuclillas suavemente, y estiramientos suaves de la espalda (traer la rodilla hacia el pecho o estirar el cuádriceps colgándolo del lado de una cama mientras que se está acostando).

Una vez terminados éstos con dolor mínimo, se podrá participar en más fortalecimientos y estiramientos como ejercicios abdominales elevando las piernas, lunges, sentarse con las piernas estiradas, los estiramientos del cuádriceps, los movimientos con balón y movimientos circulares. Los movimientos y las actividades dinámicas de potenciación como los ejercicios acuáticos, la bicicleta estática, subir escaleras, máquina elíptica, el caminar y/o el entrenamiento con peso ayudarán a recuperar la fuerza y la resistencia.
El estirar demasiado pronto puede poner el músculo iliopsoas en posiciones incómodas, agravando la lesión. Sin embargo, una vez que ya se está preparado, el estiramiento es esencial para recuperar la flexibilidad normal de los tejidos blandos y de prevenir el desarrollo de tejido cicatricial. También ayudará a promover una posición pélvica neutra y a conseguir la liberación de cualquier tensión respecto al músculo iliopsoas. Es también muy importante estirar las rodillas así como los grupos musculares mencionados arriba.

Es extremadamente importante restaurar el rango de movimiento, y potenciar y estirar los músculos correctamente ya que pueden haberse debilitado durante el período de no uso (reposo).
El fortalecimiento de la musculatura abdominal realizando ejercicios abdominales aborda ambas cuestiones. Los ejercicios abdominales realizados enganchando los tobillos con un objeto o mantenerlos sujetos firmemente agravan la lordosis lumbar y la tensión del iliopsoas. Los ejercicios abdominales ejecutados con las rodillas y las caderas flexionadas en 90° permiten que los iliopsoas se relajen, y el esfuerzo se concentre en el músculo recto del abdomen, y al mismo tiempo se preserva una posición pélvica neutral. Los ejercicios que potencian el glúteo mayor también aumentan el estado pélvico ideal.

La resistencia se adquiere a través del movimiento con baja resistencia en el tiempo. Los ejercicios que requieren flexión repetida de la cadera o la rotación externa femoral pueden mejorar la función del iliopsoas si la resistencia es baja. Ejemplos de estos ejercicios son el ciclismo con resistencia baja, el subir escaleras en una máquina con el ajuste en la resistencia más baja, o caminar. El entrenamiento no debe producir dolor, ya que podría fatigar el músculo iliopsoas. Tener la precaución de que la musculatura tenga tiempo para recuperar antes de empezar la siguiente tanda de entrenamiento de la resistencia. Mientras que el músculo se recupera, los ejercicios de resistencia se pueden realizar diariamente, y la resistencia se puede aumentar gradualmente con el tiempo de actividad.

A medida que la tolerancia a la actividad aumenta, el paciente puede comenzar fácilmente la resistencia en bicicleta, caminando, y corriendo. En la fase de recuperación, el paciente poco a poco se propone volver gradualmente a las actividades deportivas específicas, conduciendo a la participación completa libre de dolor.
Se pueden experimentar episodios intermitentes del dolor cuando el paciente comienza a volver a las actividades de la vida diario y avanza en el programa de fortalecimiento. En estos momentos, pueden ser necesario tandas de corta duración de analgésicos, además de la modificación a la actividad".

Autor: Dr. Arturo Mahiques
[http://www.cto-am.com/iliopsoas.htm]